La Historia Conceptual o Begriffsgeschichte fue originariamente pensada sobre el plano teórico y, simultáneamente, puesta en práctica a través de investigaciones eruditas, realizadas por historiadores de lengua alemana, en el surco abierto por la hermenéutica contemporánea (Heidegger y Gadamer) y en conjunción con la reacción al historicismo. Uno de sus desarrollos centrales se ha desplegado bajo la forma del análisis crítico de los conceptos políticos fundamentales. Su práctica está indisolublemente asociada a los nombres de Otto Brunner y Reinhart Koselleck.
En el estudio de los conceptos y términos del léxico jurídico y político, las premisas de la Begriffsgeschichte permiten de-terminar el periodo moderno de la política, que coincide con la época del Estado y del ius publicum europaeum. Esta época aborda ahora su terminus. La globalización parece haber puesto fuera de juego, por lo menos en una parte del planeta, el Estado y, con él, los conceptos (soberanía, individuo, representación, democracia, entre otros) a través de los cuales la modernidad tardía – entre el absolutismo y la Revolución francesa – había organizado la experiencia – hoy ya clásica – estatal y constitucional de la política. La toma de consciencia de la historicidad y, por lo tanto, de los límites de la categoría moderna de lo político, libera nuestra imaginación para pensar otras posibilidades. En estas últimas entra lo que la modernidad excluyó a partir de Hobbes (la antigüedad clásica, el modelo republicano, el federalismo) pero, igualmente, lo que permite imaginar de manera diferente: lo común entre los humanos. Los límites históricos no son sólo diacrónicos. Ellos delimitan igualmente los aires de civilización en los que los conceptos europeos nacieron y, por lo tanto, sus ambiciones universales, abriendo así la reflexión a otras maneras de pensar el mundo.
A partir de todo lo expuesto, resulta evidente que la Begriffsgeschichte no se limitó simplemente al plano historiográfico, permitiendo operar una redefinición del rol disciplinar para transformarse paulatinamente en un campo particular, gracias al potencial heurístico de sus premisas teóricas. Es así que su especificidad no reside sólo en un campo disciplinar, sino, sobre todo, en una apuesta de intervención para investigar sobre un plano unitario las temáticas pertenecientes al conjunto de las ciencias humanas y sociales: filosofía política, antropología, sociología, derecho, psicoanálisis, economía, historia, filología.