Tecnopolíticas del antropoceno
Crónica del encuentro
Por Isabel Naranjo (UNC)
UNO
En una mañana inusualmente fresca y lluviosa de diciembre, un grupo de investigadores partimos en auto desde Córdoba hacia Buenos Aires para consumar el encuentro con los demás integrantes del Proyecto de Investigación Plurianual “Políticas del antropoceno”. Las expectativas en torno a dicha reunión son altas a pesar del abatimiento por los catastróficos resultados electorales y el cansancio generado por las tareas ejecutadas durante el año que se acerca a su fin. La planificación realizada a mediados del mes de septiembre todavía no avizoraba la posibilidad de la llegada al poder de un proyecto político de ultraderecha en la Argentina. La constatación del hecho nos obligó a salir de la perplejidad para pensar conjuntamente alternativas que no solo nos permitan comprender el estado actual de cosas como también nos orienten respecto de posicionamientos políticos y líneas de pensamiento. Ante la suerte echada optamos por encarar la ruta.
DOS
Nos disponemos al encuentro bajo el cielo cargado de nubes de la ciudad de Buenos Aires. Ingresamos al Volta, un imponente edificio ubicado sobre la avenida Roque Sáenz Peña a pocos metros del icónico Obelisco. Subimos al cuarto piso y circulamos hasta hallar el aula 413. Circular es el verbo y el adjetivo que definen de manera más precisa la naturaleza de nuestra reunión. La distribución del espacio y de las sillas emulan la figura geométrica. Pensamos en torno de un centro vacío y las ideas que abren la conversación serán retomadas al final de la jornada. El punto de partida es también el punto de llegada. Buscamos ubicarnos, en las palabras de una lengua que creemos común, en el espacio, en los tiempos que transitamos. Nos preguntamos por la validez de conceptos que desde finales del siglo XVIII han determinado posiciones en el espectro político y han modelado escuelas de pensamiento, ¿es todavía posible orientarse a partir de las coordenadas derecha/izquierda? ¿nuestro lenguaje teórico y político puede dar cuenta de los desafíos impuestos por el colapso? ¿Es posible trascender el horizonte irrebasable de la crítica? Estas preguntas nuevamente exigen el esfuerzo de situarnos. La distancia que separa derecha de izquierda tal vez pueda ser pensada en perspectiva, desde dónde se ubica la mirada y la percepción derivada de esa orientación.
Por más que tratamos de trascender los límites que la irrupción del término Antropoceno ha impuesto al pensamiento contemporáneo, es inevitable tomar posición respecto de su vigencia. En esta disyuntiva, se acentúa la crisis de una agencia humana capaz de transformar de manera irreversible la vida en el planeta e incompetente ante la urgencia de detener los daños, ¿cuál es el lugar de lo humano? ¿dónde ubicarlo y cómo definirlo? Volvamos un momento a la cuestión de la perspectiva porque es preciso pensar en el lugar de la mirada, desde donde se dirige y donde se posa para después trazar una ruta, un camino a seguir. Esta travesía no solo exige replantear nociones espaciales como temporales que anteponen el futuro al pasado, permitiendo la aventura de imaginar por fuera de la lógica de las épocas. Quizás, hubo algo después.
Desplegamos nuestros abanicos y abrimos las ventanas abatibles que impiden el paso de las gotas de lluvia, pero restringen la ventilación de la sala. La sensación de humedad y la falta de circulación de aire es sofocante, nos es imposible ignorar las condiciones estacionales. De manera simultánea, tratamos de enfocar nuestra atención en la discusión sobre la ruptura metabólica como comportamiento característico del capital. A diferencia de lo que sucede con nuestros cuerpos dentro del aula, el capital es indiferente a las peculiaridades del ambiente. La interacción dinámica con este último que supone el proceso metabólico experimentado por cualquier ser vivo, es interrumpida por el conjunto de fases sucesivas de acumulación y la subsecuente operación de valorización: la sociedad socava las condiciones ambientales de su propia reproducción, o el proceso social-formal de la valorización interrumpe el metabolismo social-material. Nos preguntamos de la mano de Jason Moore y Jhon Bellamy Foster ¿el capitalismo en su desarrollo, subsume la “naturaleza externa” o se reproduce “a través” de la naturaleza, en la trama de la vida? Pausa. Contamos con poco menos de una hora para beber un café antes de retomar la charla.
TRES
Volvamos un poco más atrás, recordemos el círculo y la confluencia en un punto de la línea que lo diseña. Otra vez es necesario pensar como el colapso ambiental en curso define las nuevas formas de hacer y pensar la política. Una de las preguntas que sobrevuela el encuentro y sobre la cual insistimos es lo humano. Lo humano como la pregunta constante por lo humano. Si puede este humano hablar por otros existentes es una cuestión sobre la que el posthumanismo no deja de obstinarse, pero, y recuperando un simpático dicho popular ¿por qué tirar al niño junto con el agua sucia de la bañera?. Sepan disculpar la campechanía, pero creemos necesario reformular nuestra relación –en tanto académicas/os ocupadas/os con asuntos teóricos— con el humanismo e ir al rescate de cierto excepcionalismo humano. El refrán evocado nos pareció más que elocuente.
Ahora les ruego que olviden el calor y agudicen el sentido del tacto. Ante la aspereza de algunas posturas posthumanistas que impugnan lo humano como medida o agencia con la potestad de representar aquello que no lo es en términos de su propia definición, imaginemos un antropocentrismo blando. La facilidad con la que lo blando cede al tacto como designio de una acción humana sensible a la contingencia ambiental que involucra y afecta a otros vivientes. Una mente en un ambiente, una consciencia intensiva que asuma la conducción al tiempo que reconozca la imprevisibilidad e imposibilidad de controlarlo todo. El I Ching como dispositivo de interpretación del presente más que como oráculo que ofrece predicciones del porvenir.
Cambiemos de lugar, no solo desplacemos la mirada en el afán de reorientarnos e intentemos una nueva subversión: frente a la dadivosa asignación de agencias operada por un nuevo o renovado materialismo, concebir a las personas como objetos y al ejercicio de la política como la mediación más que la representación. Y reanimar, de la mano de la filosofía clásica, el interés por el gobierno en oposición a la lógica del poder impuesta por la Modernidad. Y cerrar el día con una genuina cuestión: ¿es posible lo humano no subjetivo?
CUATRO
La imagen de un río color naranja visto desde la perspectiva de un pájaro que lo sobrevuela, abre la tercera mesa de discusión de nuestro encuentro. Nos agrupamos a un costado del aula para poder observar la fotografía proyectada. La luz que entra por las ventanas resta intensidad a los colores, pero la potencia de la imagen resiste a los efectos de la claridad en la sala. Salinas en escalas de verdes, amarillos y turquesas; vertederos de bolsas y botellas de plástico; extensos depósitos de automóviles averiados. Todos estos escenarios que exponen la degradación ambiental, parecen vistos por un espectador flotante que los recorre desde las alturas. Son bellos, perturbadores y también anestésicos. Estas imágenes conforman una colección de fotografías en gran formato creada y compilada por el fotógrafo y artista canadiense Edward Burtynsky en su propósito de documentar los paisajes resultantes del desarrollo industrial a gran escala. Evidencias visuales del colapso, actos de revelación de un observador omnipotente que se encuentra por encima de la realidad representada.
Vayamos a la Antártida. En el año 2016 la artista neozelandesa Joyce Campbell decide retratar la superficie nevada del continente poniendo en práctica un método a través del cual, después de una prolongada exposición a la luz, la imagen se forma sobre una superficie de plata o cobre plateado pulidos como un espejo. El daguerrotipo es el primer procedimiento fotográfico del que se tenga noticia. La imagen resultante es borrosa, cubierta de misterio y tiene el tamaño de la palma de una mano. Su precariedad nos emparenta con la escasez en ciernes, la fragilidad del mundo que se agota. Esta vez la fotografía, dispositivo técnico por excelencia, revierte el habitual impulso de abstracción de la experiencia vivida para su posterior cuantificación y fijación de valor devolviéndola al terreno de lo sensible. El antropoceno es una experiencia sensorial.
CINCO
¿Es válido preguntarnos a esta altura por la relevancia de este encuentro?, ¿cómo traducir una discusión que apela a términos y conceptos complejos y específicos a un lenguaje llano que interpele a un público más amplio?, ¿podemos renunciar al esfuerzo que demanda todo ejercicio de conceptualización en aras de la divulgación? La conquista de un sentido común que aspira a una mayor densidad en términos de comprensión de las transformaciones del mundo nos exige mantener el equilibrio sobre una delgada línea, conseguir la eficacia en la transmisión del mensaje. De los inextricables laberintos que recorre el pensamiento, extraer la síntesis más precisa, inteligible, generosa. Entregar una pastilla que pudo ser obtenida al comprimir todos sus componentes después de reducirlos a polvo.
SEIS
Nos acercamos al final del coloquio y nos acecha la pregunta por el tiempo. El futuro ya comenzó. La afirmación parece una verdad de Perogrullo toda vez que entendemos el tiempo como una línea que se desplaza desde el pasado, mediante el presente, hacia el futuro. ¿Qué podemos decir entonces cuando se baraja la posibilidad de estar poniendo en práctica hábitos oriundos de realidades futuras? Aquí es necesario un paréntesis para tratar de comprender mejor lo que está en juego. Indispensable será citar la definición de hiperstición propuesta por el filósofo Nick Land: “Hiperstición es un circuito de retroalimentación positiva que incluye a la cultura como componente. Puede ser definido como la (tecno-)ciencia experimental de las profecías autocumplidas”. En otras palabras, el término se refiere a una idea que provoca su propia realidad o a una ficción que produce el futuro que predice. En este sentido, asumimos el riesgo de presentar una hiperstición que no postula la realización de una historia y sí de una de ontología. No consiste en la elaboración de una trama social en tanto secuencia encadenada de ciertos acontecimientos que se pretende tengan lugar en un futuro próximo. La realidad que se busca actualizar es del orden de lo axiomático: una nueva manera de ser del mundo.
Detengámonos un momento. La radicalidad de la ruptura propuesta demanda una clave de entendimiento, una máxima, una frase que nos permita recordarla: el propósito es anterior a la existencia. Esto quiere decir que si algo existe es porque tiene un propósito. Cada cosa que existe es, a partir del propósito de alcanzar la mejor versión de sí y del sistema al que pertenece entendiendo, por mejor versión, aquella que incorpora la información eficiente para avanzar (evolucionar), aprendiendo de los errores y sorteando obstáculos. Ahora bien, si todo tiene un propósito evolutivo, la desconexión ser humano-naturaleza, con sus devastadoras consecuencias, ¿puede ser resignificada por esta ontología como parte integral y necesaria del proceso evolutivo de la Tierra? ¿Qué tipo de historias podrían ser convocadas a través de la hiperstición?.
Hagamos un último esfuerzo y tratemos de advertir los potenciales peligros que engendra el rompimiento con el estado actual de cosas. Si bien reconocemos como deseable una transformación radical de un sistema que excluye y condena a millones de seres humanos y no humanos a la desaparición y la miseria, es inevitable identificar las amenazas que este deseo supone para la manutención de una vida en común. ¿Cuáles son los valores puestos en entredicho en una nueva avanzada de la ultraderecha que abraza con fervor postulados propios del aceleracionismo?. Dejemos en abierto, es necesario tomar aire antes de buscar respuestas y aventurar conclusiones.
SIETE
Llegamos al final de nuestra reunión. Se trata de un cierre provisorio de un proyecto al que pretendemos darle continuidad en lo venidero. La conversación incorpora nuevos interlocutores interesados en el desarrollo de un ejercicio colectivo de pensamiento que busca explicaciones y salidas a la actual coyuntura. Nos preguntamos cómo seguir, cómo hacer, pero también sobre la trascendencia de la pregunta. Nos preguntamos si acaso pensar significa estrictamente preocuparse por la coherencia y sofisticación de las cuestiones que nos formulamos. Si acaso no es perentorio medir la atención que cada uno de los desafíos requiere desplazando la sospecha como rasgo hegemónico de la comunidad académica y científica.
Otras dos premisas se ponen en cuestión: la de la resistencia y la necesidad de entendimiento. Rebatir los automatismos que fueron resucitados ante la confirmación de lo impensable: inventar en lugar de resistir y transformar la política haciéndola distinta, trascendiendo el imperativo de dar mejores razones. “Inventar una monstruosidad a la altura de la novedad que confrontamos”, sacando el mayor provecho de nuestra posición geográfica, periférica y alejada de las metrópolis europeas y norteamericanas. Refundar un neobarroco latinoamericano que combine lecturas, discusiones inconcebibles en los centros de pensamiento del norte global a partir de la sinopsis de ideas disímiles y fuera de lugar. Y promover diálogos, siguiendo la impronta dejada por Fogwill en la generación de los 60 y 70, en el campo enemigo.